“Que depresión tan horrible”
Dando una mirada atrás, me doy cuenta de la infinidad de veces en las que he utilizado las frases,
“Que depresión tan horrible” y/o “Estoy súper deprimida”, pero, realmente he estado deprimida?
De acuerdo con *Mental Health America “La depresión clínica, es una enfermedad grave y común que nos afecta física y mentalmente en nuestro modo de sentir y de pensar. La depresión nos puede provocar deseos de alejarnos de nuestra familia, amigos, trabajo, y escuela. Puede además causarnos ansiedad, pérdida del sueño, del apetito, y falta de interés o placer en realizar diferentes actividades”. Teniendo en cuenta esta descripción médica, puedo decir con certeza que si he tenido episodios de depresión causados por diversas situaciones que me han llevado a experimentar sensaciones de impotencia, irritabilidad y ansias tremendas que al final terminan en un llanto que poco a poco va liberando la tensión.
Cuando acepté escribir acerca de este tema sentí un poco de temor, porque toca fibras muy delicadas de los procesos que cada ser humano lleva durante su vida y decidí preguntarle a algunas personas cercanas si en algún momento de su vida se han deprimido, y tristemente la respuesta en todos los casos fue un ¨SI¨
Como conclusión de mi sondeo puedo decir que en el afán inmediato de escalar posiciones sociales, de figurar dentro del ámbito profesional, de alcanzar logros personales, o de querer mantener vivos a aquellos seres amados que han partido intempestivamente, entre otros, la depresión puede ser provocada por esa frustración natural y casi orgánica que nos invade al sentirnos “incapaces” o “subvalorados” por nuestro entorno, o por no encajar dentro de los estándares impuestos por la sociedad etc..
Otro tipo de depresión que ciertamente no había considerado, es la depresión post-parto y ésta particularmente me llamo la atención, porque va de la mano con unos cambios tremendos en tu cuerpo, en tus rutinas, en tu manera de vivir y ver la vida; las hormonas ayudan muy poco por esos días y la presión familiar que tienes encima te hace estallar en mil pedazos.. una gran amiga mía me decía:
“Yo no quería ver a nadie, hablar con nadie, no quería verme al espejo, no quería lactar, y mucho menos pensar que una personita iba a depender de mi cuando ni tan siquiera yo podía cuidarme o saber qué camino tomar…”
Así que volví a pensar en cuantas veces me he deprimido, y seguí pensando que este tema de la depresión puede consumirnos sin avisar. Es uno de esos males silenciosos que se alimentan, en muchas ocasiones, de la terrible naturaleza cruel del ser humano. Esa naturaleza que a su vez se alimenta de envidias, de mentiras, de rencores, de la soledad, de la autocompasión y porque no, de la falta de amor propio… mejor dicho, esta vaina es una cadena de ausencias o carencias internas que los seres humanos aun no controlamos y que no conoce de razas, genero, credos, culturas ni religiones.
Existen cientos de medicamentos que ayudan a superar la depresión, cientos de pepitas mágicas que te ayudan a viajar entre dos mundos (tu mundo interior y el que habitas), pepitas que te duermen o te permiten tolerar el “dolor” espiritual que produce la depresión. Existen terapias, ejercicios y quizás cientos de paliativos para sobrevivir a una fuerte y profunda depresión. Sin embargo, ahora que recuerdo, si tuve un momento de depresión fuerte, tuve un momento en el que se despertaron todos esos miedos internos y fue en ese preciso momento donde decidí reencontrarme conmigo misma, decidí darle valor a cada centímetro de mi ser y en un viaje (que no fue producido por ninguna pepita mágica) encontré a la Paula Andrea humana que se entristece, pero que no se deprime porque ya se conoce a sí misma, ya no se engaña con espejismos maravillosos sino que construye paso a paso su vida con el deseo profundo de sonreír desde el alma y superar cada obstáculo, levantarse de cada caída construyendo un escalón más en el arduo aprendizaje de SER.
#meaceptomecuidomequiero