LA REINA
Cuando curvy me invitó a hacer parte de su blog con alguna historia interesante sobre mi vida pensé “pero si lo más interesante que me ha pasado es que me inviten a escribir en un blog”. Luego me detuve, me puse la mano en la barbilla y recordé que sí puede haber algo interesante que contar.
Valiéndome de las historias de las otras blogueras decidí que podría aportar algo con lo que crecí y que en algún momento de mi vida sentí iba a ser mi destino: ser reina.
Todo empieza con el ritual de maquillaje que tenía mi abuela los viernes en las mañanas antes de salir al mercado, nunca me lo perdía, me encantaba el olor de los labiales, untarme de sombras para ojos, mínimamente darme un toque de mujer grande, porque estaba prohibido que una niña de 6 años se maquillara (y con toda razón) pero ese era mi momento favorito de los viernes. Cuando mi abuela salía y dejaba en su tocador todo su maquillaje regado para al volver guardarlo con más calma, aprovechaba para prácticamente, payasearme, me ponía tacones, me echaba todas las cremas, me maquillaba las cejas con pestañina, la cual me dejaba en evidencia porque es muy difícil de quitar y más cuando no cuentas con una crema desmaquillante, pero era la reina, era mi momento de brillar así solo fuera para el espejo y algunos de mis muñecos los cuales eran mi público y me ovacionaban gritando arengas como “esa es, esa es…”
Como mi familia también pensó que lo de las pasarelas podría ser lo mío, – porque a uno los papás lo ven bonito así este mudando los incisivos – en todo reinado que había me inscribían. Recuerdo que a los ocho años estuve en mi primer evento con público de verdad, por fin podía estar maquillada sin temor a regaños o a frases como “se está madurando biche” (dicha por mi abuela). Tras bambalinas escuchábamos “las barras” que teníamos o que tenían las demás, porque cuando me asomaba por detrás del escenario mi apoyo eran mi abuela y mi mamá, con nada más que sus palmas y sus gritos, mientras que las otras llegaban con comitiva, pancartas y hasta pasacalles, sentí por minutos ganas de salir corriendo por la inseguridad de no tener apoyo, subestimando a mis dos acompañantes a las que veía aturdidas por los fuertes gritos que nombraban a las demás candidatas. Pero no me hicieron falta, ni pancartas ni más gritos, gané, les gané, esa era mi realidad, era La Reina del colegio, años antes veía muy lejana la posibilidad de serlo porque siempre ganaban las chicas grandes y populares y yo no era nada de eso. Gané tres reinados más, y orgullosos mis abuelos adornaban sus estanterías con mis coronas de lata brillante. Llegó la etapa más difícil de la vida, la adolescencia, y la idea de ser reina se fue desvaneciendo, ya maquillarme no tenía la misma magia.
Marcela Villota.
Instagram: Marvillota.
Twitter: @muchamuchacha_
Facebook: Marce Villota.