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El otro lado de ser mamá

Generalmente cuando se habla de las madres se habla de belleza, candor, dulzura y ternura, pintan el escenario perfecto donde algún día deberás estar, que ser mamá es realizar uno de tus sueños, pero nadie habla del otro lado que tenemos las mamás, yo lo llamo el lado gris.

En mis nueve años como madre he aprendido muchas cosas, entre ellas a amar de verdad (que agradezco infinitamente porque eso de amar se me olvidaba fácil) y a tener mucha paciencia, pero hay algo de lo que no se habla mucho y creo que es por miedo a ser juzgadas o calificadas como malas madres, sé que muchas hemos experimentado situaciones que nos llevan al límite en la labor de ser mamás, que por rabia hemos cegado nuestras palabras y se salen sin pensar, que por momentos la presencia de los hijos es incomoda, que sientes que tu tiempo ya no es tu tiempo, que tus decisiones ya no son solo tuyas, que no te importa si te ven como una villana porque en ese momento quieres serlo, ser mamá me ha mostrado el lado ingrato que tenemos como hijos, que estamos diseñadas supuestamente para dar y no recibir nada, que el sueño placido se esfuma, que el metabolismo te odia y el estrés es tu compañero fiel, y a pesar de todos esos sentimientos horribles que como humanos sentimos y que gracias al autocontrol nos duran poco, hay que vivir con ellos y lidiar con su presencia, que seamos conscientes de instalar en nuestro corazón un rincón para pensar, porque de eso dependen nuestro hijos, que ser mamá debe ser un estado de ánimo y de los mejores.